Mujeriego y calavera…
En su segunda acepción, mujeriego es un adjetivo, que dicho de un hombre significa, dado a mujeres. En su primera acepción, al menos en ella, aún no me hace referencia a mí. Si nos dejamos llevar por la curiosidad, y buceamos en el término, mujeriego es sinónimo de faldero, de ligón, de tenorio, de donjuán, de libertino, de seductor, e incluso, si buceásemos algo más, también de mi favorita…calavera, que en su quinta y su sexta acepción, habla de un hombre de poco juicio y asiento, un hombre dado al libertinaje.
Mujeriego, se añade, a la larga lista de adjetivos que últimamente he oído sobre mí, directa, o indirectamente, asignados, de forma acertada o no, tanto en lo lingüístico, como en lo justo de su asignación. Eres un golfo, un prenda, un sinvergüenza, y una vez más, mi favorita, un vividor, que si bien la usan en su cuarta acepción, en la primera, es la más ajustada, un adjetivo sobre alguien, que vive.
Es hora pues, de saldar cuentas pendientes, de ajusticiar a quienes se equivocan, de dedicarles unas líneas, y dejar que el eterno olvido se los lleve para siempre. Que la vida son dos días, y como buen vividor, y buen mujeriego, tengo demasiadas cosas que hacer, tengo que vivir, buscar senderos en los que perderme con mi bolígrafo y un papel, en el que apuntar vivencias para los cuentos que acostumbro a contar, entre cervezas y cortejos.
He sido, y posiblemente seré, una persona feliz en resumidas cuentas. Se me nota. No paro de reír. Charlatán y cuentacuentos. He elegido en cada momento lo que quería hacer. He sido afortunado de poder hacerlo, y pienso seguir haciéndolo mientras se me permita y no le importe a nadie. Unas decisiones, fueron más acertadas que otras, pero como alguna vez he dicho, siempre que miro atrás, veo mis decisiones, las mías, las que tomé yo, y nadie se permitió el lujo de elegir por mí.
Soy feliz entre mujeres, son divertidas, interesantes, sexualmente atractivas, unas veces simples muescas en mi revólver, y otras muchas, parte de mis historias que se renuevan de forma continua y a veces a velocidades vertiginosas. Soy feliz entre cervezas, en barras de bar, sentándome a escribir, paseando, e incluso haciendo fotografías, que cuentan mis historias sin necesidad de escribirlas. Tengo además, facilidad para olvidar los palos, un orgullo a prueba de tempestades, y la personalidad suficiente para mandar a la mierda y al olvido a quien a pulso se lo gana.
Al mismo tiempo, noble y leal con quien va de frente y sin miedos, bien lo saben los que me conocen, buenos aunque contados testigos de mis historias más o menos honorables, pero siempre, al fin y al cabo, completamente mías e intensamente saboreadas. Soy feliz contándoselas a ellos, y a los que llegan y me apetece que las escuchen. Las retoco siempre, por supuesto, como buen cuentacuentos, como buen vividor, como buen mujeriego y seductor. Las adorno y las ensalzo, porque si bien son incontables e innumerables las muescas de mi revólver, tantas, que a veces pierdo la cuenta, todas y cada una de ellas son únicas, son mías, las viví con quien me lo permitió. Todas ellas, son muescas, todas ellas son mis mujeres, todas son únicas, y aunque algunas fueran mandadas a los fangos del olvido, tendrán siempre un lugar en mi memoria. Su muesca es única, una más de entre todas sí, pero única al fin y al cabo.
Una vez le prometí a alguien, aunque nunca me creyese, que pasaría mucho tiempo antes de que me entregase de nuevo, rendido, humilde y arrodillado al amor sincero. Esa es precisamente la sexta acepción de prenda, persona a la que se ama intensamente, y aún no ha llegado, si lo ha hecho no la he visto, y si está puede que aún no se le espere. Mientras tanto, no miento a nadie. Mientras llega, aparece, me humilla y provoca que me entregue con las manos por delante, me limito a ser un vividor, alguien que vive, alguien que sueña, alguien que lo cuenta mientras lo hace, alguien que anota muescas y apunta historias para retocarlas y redactarlas. Alguien que besa siempre como si fuera la última vez, podría ser que lo fuera, de hecho. Alguien que desnuda con ganas, y también con lascivia. Alguien que anota muescas en su revólver una vez tras otra. Una más, una de tantas, todas únicas, todas «simples» muescas, simples historias que viví, que pasaron, y que llegan. Todas diferentes, y al mismo tiempo, todas especiales. Todas únicas, todas mías. Mis recuerdos, mis cuentos, mis historias, mis desnudos y mis cervezas. Mis fotos de sábanas revueltas y aún calientes. Mis textos, besos, mis caricias. A veces las confundo al perder la cuenta, pero si me esfuerzo un poco, las reconozco a todas. A las especiales y a las de una noche. A las conocidas y desconocidas. A las que aportaron algo, o no dejaron nada más que una muesca en mi revólver. Todas con nombres y rodeadas de historias. Todas iguales, todas diferentes, todas especiales.
Y así vivo. Así sonrío y así soy feliz. Esperando a la siguiente mientras cuento y recuerdo a las anteriores. Rodeado de mujeres, mujeriego al fin y al cabo. Y aunque así sea feliz, a veces extraño aquella sensación de humilde arrodillado, tembloroso y entregado, a quien quise y demostró merecérselo. Y mujeriego soy, mientras pasa el tiempo y lo permite el cuerpo. También vividor y por supuesto calavera. Así soy, mientras no involucre a nadie que no lo sepa, esperando la siguiente muesca para besarla como si fuera la última, como si en adelante, fuera a ser la última. Puedes ser tú, puede ser la siguiente, o besaré a doscientas más antes de que nazca y me la encuentre. ¿Quién sabe? Yo solo sé que mientras tanto, me divierto viviendo. Yo solo sé que no estoy dispuesto a entregarme a la primera, que jamás me entregaré a cualquiera, que jamás diré frases tan tristes como aquella que a veces escucho «me conoces, no sé estar sola». Y yo os respeto, yo tampoco estoy solo, estoy rodeado de muescas y mujeres, viviendo cada día, paseando acompañado cuando puedo, y garantizando a la que llega, que haga lo que haga y pase lo que pase, jamás lo olvidará. Y creo que eso, nadie tendrá la poca vergüenza de negarmelo, porque aunque para mi sean muescas, todas son inolvidables.
Mujeriego, golfo, prenda, vividor, calavera, sinvergüenza, donjuán, libertino, tenorio, ligón, faldero y seductor. Ojalá añada muchas más a esta lista. Será sinónimo, de que mientras me convierto en el conjunto de huesos despojados de la carne y la piel de la primera acepción, seguiré siendo el calavera de la quinta y la sexta. El libertino, de poco juicio y asiento, e increíble vividor. Honesto, noble y sincero. No todos pueden decir lo mismo. No todos pueden garantizar hacerlo diferente y especial cada vez. No todos pueden invitar a un camino lleno de cuentos e historias, ni exigiré que todas estén dispuestas a caminar. Pero esto es lo que espera. Los adjetivos son demasiado simples…demasiado pobres…demasiado injustos aunque a veces sea el más mujeriego y vividor. Aquí espero a la siguiente muesca. La besaré como si fuera la última vez, pero que tenga claro y asuma, que hacerlo, lo haré. Puede que sea la última, y no pienso correr el riesgo de que lo fuera y perdérmelo…o que se convierta en la única a la que querré besar el resto de mis días…
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