Por si lo olvido…
Quiero que recuerdes estas palabras por si algún día las olvido. Quiero que leas y recuerdes, por si alguna vez soy incapaz de decírtelas, o por si finalmente me resulta imposible hacerlo. Quiero que las retengas, que pienses en ellas, que las hagas tuyas y que las guardes para siempre. Anótalas en un trozo de papel y escóndelas en un cajón cercano a la cabecera de tu cama, por si alguna vez te acuestas triste, o simplemente, quieres rescatarlas del olvido. Grábalas en la piedra más dura de los rincones de tu memoria, para que nunca las olvides, porque son tuyas, porque para ti escribo ahora.
No te conozco aún, pero he perdido tanto tiempo en imaginarte, que posiblemente te asustarías al saberlo. Me he preguntado sin descanso cómo sonará tu nombre al pronunciarlo y cómo será tu voz. Te he imaginado apareciendo en mi vida en todas las situaciones que me han sido posibles. Me he preguntado tantas veces cómo serás físicamente, que ya casi no me importa saberlo. Tienes todas y cada una de las caras que me ha sido posible inventar. Sé a ciencia cierta, quizás lo único que sé, que sonríes sin descanso, que te encanta hablar y que te vuelve loca que te cuenten cuentos disfrazados de historias. Es eso lo que hago continuamente, es justo eso, lo que estoy haciendo aquí.
Como te he confesado, aún no te conozco, ni a ti, ni a tu aspecto, tu voz, tu nombre, tu edad o tu apariencia. No sé desde donde vienes, pero me encantará que averigüemos a donde iremos. Será un largo paseo, con tramos difíciles, y también sencillos senderos. Habrá sonrisas, y también por torpezas mutuas, alguna que otra lágrima; te mentiría si prometiese lo contrario. Y los recorreremos de la mano, aunque aún desconozca el tacto de la tuya. Lo imagino, pero aún, como ya sabes, lo desconozco. De la mano lo haremos, porque no pienso soltarte una vez que te encuentre. Jamás, por más vientos, tempestades y cantos de sirena que azoten nuestros pasos. No me harán falta ceremonias ni papeles que confirmen lo que digo, tan sólo tu mano, esa cuyo tacto desconozco.
Y caminaremos, y te contaré cuentos mientras lo hacemos con la única exigencia de verte sonreír y que no me sueltes la mano. No habrá más, y aunque muchos digan que el amor es incondicional, esas dos exigencias serán innegociables. Estaré siempre, y te permitiré que me lo recuerdes si alguna vez parezco olvidar mis promesas. No será fácil cumplirlas, veo como caen continuamente las que muchos, antes que nosotros, se hicieron. Pero nosotros lo haremos, porque a veces no lo conseguí, y esta vez, no pienso repetir cierto tipo de errores.
Mientras tanto, espero a que aparezcas, llenando mi tiempo con historias que contarte. Acumulo experiencias y renuevo continuamente quién soy aprendiendo de los que llegan, de los que estuvieron, y por supuesto y para siempre, de los que nunca se fueron. Los conocerás a todos, porque hablo de ellos sin parar, y tú no serás una excepción. ¿Cómo podrías serlo si aún sin conocerte ya le estoy hablando de ti al mundo?
Viajo y recorro en solitario multitud de senderos, seleccionando aquellos que no permitiré que se queden sin conocerte. Están preparándose también, tendiendo alfombras para tus pies, acondicionando rincones donde sentarte, hablarte y desnudarte, furtivos, a escondidas, y sin más descanso que el que los abrazos te permitan.
No te conozco aún, pero te he imaginado tantas veces, que no me creerás cuando te lo cuente. Pensarás que es una más de mis historias, que intento engatusarte con palabras vacías. Puede que no me creas cuando te lo diga, y por eso quiero que retengas estas líneas, que no las olvides, que las guardes y las tengas presentes cuando aparezcas. Quiero que mientras tanto, sigas viviendo, pero aunque aún no lo sepas, te espero sin buscarte para no entrometerme. Aparecerás, y cuando lo hagas, aunque jamás te haya visto, te reconoceré. Y quiero que entiendas ahora, que no podrás hacer nada para evitarlo. Esa decisión no depende de ti o de mi. Encontraré tu mano aunque me pase la vida entera esperándola. Cada vez que entregue la mía, estaré buscando la tuya. Y para que no lo olvides, para que lo tengas presente, para que lo recuerdes aunque olvide decírtelo o aunque no pueda llegar a hacerlo, aquí se queda. Anótalo, escóndelo en tu cajón, ahora es tuyo…
Por si lo olvido… por Juan José García Gómez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Trackbacks