Un problema…
Atención, este texto no guarda relación temática con ninguno de los anteriores, y díficilmente encontraréis nada parecido en este blog. El autor no se hace responsable de sus palabras, y si éstas ofenden, nada más lejos de su intención. Si a alguno de los que me quieren este texto provoca desasosiego, que se queden tranquilos, que mi salud emocional es a prueba de balas. En fin, a lo que vamos:
…O un problemón. Tengo 30 años y llevo pensando en ello varios días (para ser sincero quizás me encuentre bajo la influencia de este horrible clima inglés). Y quizás tuve que haberlo pensado antes, porque mi amiga Ana seguro que ya ha escrito sobre ello. Pero claro, la experiencia de la costumbre a la vida en soledad dicta que, al primer atisbo de que una gilipollez viene a la cabeza, debes hacer algo divertido para alejarlo de tus preocupaciones. Y así lo he hecho, hasta hoy.
Porque claro, yo no tengo la culpa de sentarme a comer, y que sin venir a cuento (porque no venía), una de tus compañeras, la que hace labores de madre de guardia para los internos, te diga «Maybe you should go to a dating website to find a nice spanish lady in Somerset» (o como lo haya dicho), que básicamente, viene a traducirse como que me meta en internet a buscar pescado.
Y ahí, justo ahí, encontrábame yo indefenso con una patata en la boca (aquí da igual el menú, siempre hay una patata en la boca) y sin poder responder. Porque si hubiera podido lo habría hecho, sin dudarlo. Y ahí, justo ahí, hizo clic el resorte, y no pude aguantar más.
Tengo un problema, o un problemón. Y aunque ya os lo he dicho, no os he contado el porqué.
«¿Yo en una página de contactos? ¡Por Dios!»
Como os iba diciendo, así está mi vida. A mis 30 años vivo por pequeños periodos de tiempo en Inglaterra. La gente pensará que la motivación es laboral o económica, pero no. Yo tenía mi trabajo en España y mi vida allí. Y entonces hice caso de aquellos filósofos que decían que de vez en cuando hay que agitar un poco tu entorno de seguridad para vivir plenamente. Y me vine a la aventura, encontrando una familia. Porque eso es lo que tengo aquí, una familia.
El colegio en el que trabajo es un lugar acogedor y familiar. Con alumnos internos, y mucha vida entre las paredes. Lleno de niños y sonrisas, y de vez en cuando, alguna lágrima. Mi permanencia aquí no se debe a un motivo estrictamente laboral, ni siquiera económico. Resumamos que me tratan muy bien, demasiado bien, y quizás puede que me lo merezca, porque intento trabajar como un animal y no digo nunca que no.
¿Dónde está el problema entonces? En mi vida, extremadamente tranquila y solitaria hasta rozar lo ermitaña. Algo que nunca fue un problema allí, comienza a serlo aquí (repito que puede que influya este horrible clima, que ojalá el cambio climático me pille estando aquí, y esto se convierta en una isla caribeña). Porque para mí, la soledad fue siempre una ventaja.
Tuve una vez una novia, a la que quise mucho y a la que dejé (Juanjo, no empieces otra vez). Y desde entonces, con mas o menos duración en las historias, puedo resumir que he sido un soltero. He tenido amiguitas e historias de una noche. He pasado épocas de sequía (en 2011 estuve a punto de ganar la reputada «No Fucker’s Cup», algo sólo al alcance de los mejores) y épocas en las que no dormía dos noches seguidas en la misma cama (tampoco nos vamos a echar flores, que éstas han sido las menos). Y oye, que nunca he visto eso como un problema. Digamos que disfrutaba mi soltería, sencillamente porque siempre estaba rodeado de gente.
Hasta ahora. ¡Qué cierto es eso de que en la vida no se puede tener todo!. Esta experiencia laboral morirá más temprano que tarde porque no quiero que acabe pasando factura a mi vida y a mi carácter. Lo que queda de mi vida anterior, o de la inmediatamente anterior a esta aventura al menos, puedo contarlo con los dedos de una mano y se resumen en dos: un pequeño puñado de amigos pretorianos, y mi familia. El resto, desaparecido. Ni está, ni se le espera. Puede que a algunos los echase yo, nunca he creído que la Iglesia fuese a declararme santo, y tengo un carácter muy mío para según que cosas, pero tanto a los que eché como a los que no, que ni se molesten en volver, cuando no han sido capaz ni de preguntar «¿Qué tal te va?».
Dicen que la pena de nuestra generación es que se va dejando su familia atrás. Yo digo, que mi familia está, no presente, pero está. Y la tranquilidad que me deja saber que si Dios quiere estará cuando decida volver, es impagable. La pena de nuestra generación es irse para darse cuenta de que deja atrás una España arrasada por un puñado de hijos de puta, y que la vida que creyó tener, no son más que cuentos de la lechera. Que ni a mi la Iglesia me va a hacer Santo, ni a vosotros os debí llamar amistades. Eso es lo que encontraré al volver, un empezar de cero. Y se me da bien eh, que llevo unos cuantos borrones en mi vida, y disfruto de las montañas rusas.
Y ese ermitaño problemón aquí se está haciendo insufrible. Te agria el carácter. Empiezo a pensar que tengo un problema. Porque lo que antes se saldaba con una noche de sábanas revueltas, ahora cada vez se hace más difícil. Trabajo mucho y no tengo tiempo. Y este lugar, está en medio de la nada. Y tengo 30 años, y algunas empiezan a descartarte por ello. Tu ves a la niña de 19 años y aún la miras como objetivo. Quizás no sea madura como para casarte con ella, pero de uno a cinco le echabas sin dudarlo. El problema está en que a ti, ella no te daría ni los buenos días. Empiezas a estar más cerca de la edad de su padre que de la suya. Asúmelo.
Y las que si entran al casting por edad, te rechazan. «Uy, eres muy mono, y es super bonita e interesante la vida que llevas, pero…¿Sabes qué? Es que no vives ni aquí ni allí…» (Y no, esos puntos suspensivos no significan que vayamos a follar)
¿Opciones?
1) Todas Putas (Mamá, tita, ¡Os quiero!)
2) Suicidio (es de maricas)
3) Vida Monacal (recuerda que no vas a ser santo)
4) Entrar a una página de contactos
Porque lo que mi compañera no sabía, es que en esto soy un experto, que ya diferencio un Orco de un Uruk Hai con solo un vistazo a la foto de perfil (joder, creo que el 70% de las sábanas que he revuelto tienen relación directa o indirecta con internet).
Y así, te haces una foto de las de guapo. De esas que tienes en el perfil. De las que tú sabes que eres tú pero sin llegar a serlo del todo. Una definición de trabajo interesante, que no todo vende por igual (no te pases, nadie va a creerse que eres actor porno). Que no se vean tus defectos eh, eso es importante. Si te los tienen que ver, engáñalas hasta que les parezcan menos defectos con 3 o 4 cervezas en lo alto. Sobre todo intenta parecer normal. Y bajo ningún concepto digas que buscas sexo. Ellas también lo buscan, pero lo negarán aunque les arranques las uñas con un tenedor. Y es un hecho irrefutable. Si no buscasen sexo no estarían ahí. Si tuvieran sexo ¿dónde estarían? Efectivamente, ¡Follando!.
Y con el perfil ya hecho se acabó el problema. Bienvenido a un mundo de socialización y lujuria…¿o no?.
Alguien (que conocí por internet) me dijo una vez al encontrármela de casualidad pasados los meses…que se borró del sitio en el que nos conocimos (y en el que concertamos una cerveza genial) porque se dio cuenta de que la vida estaba en la calle. Y así lo he hecho yo medianamente en mi tierra. Pero aquí, en este maldito y lluvioso país, en este maldito rincón campestre de la Inglaterra más rural, no hay vida ni en la calle.
Y ahí, justo ahí, está el problema. En que a mis 30 años, me cansé una vez de buscar, otra de esperar, otra de no darle mayor importancia, otra de salir a ligar, otra de hacerlo cómodamente desde el salón de mi casa y amparado por el anonimato de mi ordenador. Me he cansado de revolver sábanas para despertar locas. Me he cansado de gente que no me conocía lo suficiente para juzgarme. Cansado de solteras recientemente maltratadas que pagaban contigo las frustraciones que no pudieron pagar con el que las ostiaba. Cansado de ser amigo, cansado de intentarlo, de no desfallecer, de no tomármelo como algo personal. Y cansándome de todo, me sentí cansado de salir, y me empezó a llamar menos la atención el salir de copas. ¡Jamás se sale a ligar!, diréis, pero cansándome de todo, hasta me cansé de salir con gente que sabía que no estaría si decidía venirme a la aventura.
Y ahí está el problema. En que aunque quizás influenciado por el clima, estoy bastante cansado. Y sobre todo, lo que tengo, es miedo. Tengo miedo a tener 30 años, seguir creciendo y acabar sólo. Con todo lo que me ha quedado por dar. Tengo miedo a que esta aventura pase factura. A que me convierta en un ermitaño solitario y gruñón, con una vida apasionante que contar, y sin nadie a quien contársela…
PD. Toda esta mierda se quita al primer polvo o al primer rayo de sol que reciba en un par de días
Un problema by Juan José García Gómez is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.