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Where Cristo lost the mechero…

20 noviembre, 2011

Ahí está el tío. Un poquito más a la izquierda, o a la derecha, según desde dónde se mire. Y en realidad, no sé demasiado bien qué es lo que hago aquí. Al menos ayer tuve todo el día para pensarlo. La llegada fue agradable, día soleado, una buena bienvenida, para que te sientas como en casa pensé yo.

Y a partir de ahí, una locura. No entendía nada ni a nadie, así que entre «sorrys» y «excuse mes» fui intentando abrirme camino. Y lo iba consiguiendo, a trancas y barrancas, con más pena que gloria, totalmente perdido, lost, ¿dónde carajo estoy? ¿quién me mandaba a mí?

Me acercaba a cualquiera, y cuando no lo entendía, me iba a por el de al lado. O repetía la pregunta, tres o cuatro veces, para qué os voy a engañar, como si por insistencia, mediante el acoso, fuera a conseguir derribar las barreras lingüísticas. Y luego la sonrisa, con esa se llega a todos lados. Claro, tú no les entiendes, y ellos no te entienden a ti, así que sonríes cual cordero degollado. Si no me entienden, al menos les sonrío, a ver si así se apiadan de mí, que estoy en el quinto carajo, tengo que cruzarme medio país de este a oeste, me quedan siete horas de viaje y no sé si seré capaz.

Pero sí, parece ser que sí. Parece ser que si en la antigüedad todos los senderos llevaban a Roma, en la actualidad, la sonrisa, el excuse me y el sorry te llevan a cualquier lado. Esas tres cosas, y la cara de guiri, of course. Porque aquí pasa como en Sevilla. Que tú ves a un guiri por la Avenida de la Constitución, te sonríe a dos kilómetros de distancia, y ya vas pensando cómo le tienes que decir en inglés dónde está la plaza de toros. Pues igual, pasa where cristo lost the mechero. Tu los ves desde lejos, les sonríes, te acercas, y balbuceando acojonado les preguntas, ellos te contestan, tu les dices zenkiu, y ellos se regodean contestándote de nada señor. ¿De nada señor?. ¡Tócate los cojones!, o sea, que tengo gara de guiri desde dos kilómetros de distancia, y encima tengo pintado en la frente la palabra «españolito».

Bueno mira, sea como fuere, al final, tras un avión, dos trenes, ocho o nueve horas de viaje, llegué a una estación y me bajé. Castle Cary. Allí me recogió un señor taxista que me preguntó si yo era «Mr García». De nuevo la cara de guiri, supongo. Se puso a conducir como un poseso en dirección contraria, aunque eso no me pillaba de sorpresa. Es una sensación que ya había experimentado, aunque siempre es desagradable. Eso sí, llegamos sanos y salvos a un bonito «bed and breakfast». Y ahí sí, ahí ya estaba el tío como en casa.

Susan Hartnett es una simpática señora, típicamente inglesa. Rubia, de ojos azules, jaquetona, sonriente y tremendamente acogedora. Su marido tuvo un accidente de moto y no puede trabajar, así que decidieron transformar su casita particular, en una acogedora casa para todos. Y dice que estaré bien, que no me preocupe por no entender demasiado, que todo irá bien. Y te lo tienes que creer, o eso o te deprimes, porque yo creía que hablaba inglés, y estos hablan otro idioma. Con veinte años se fue a Suiza, así que supongo que sabe de lo que habla. Pero claro, ella habla inglés, y yo hablo de todo, menos algo que se parezca al inglés. Eso se le ha pasado por alto, aunque bueno, le agradezco los consejos y las buenas palabras. Al menos me siento en casa. Me dio de cenar, me ha dado un completísimo desayuno, y me va a permitir quedarme aquí hasta que alguien se apiade de mi alma. Dice que es domingo, que no debo tener prisa, que no me preocupe por nada. En educación y en sentimientos nos dan mil vueltas, eso desde luego.

Y aquí estoy, where cristo lost the mechero, un poquito a la izquierda o a la derecha, según desde dónde miréis. Y estoy bien. De noche todos los gatos son pardos, y me preguntaba qué cojones haría aquí. Pero ahora estoy bien, aunque ya he comido bacon dos veces en menos de 24 horas. En un rato me recoge mi jefa directa. Va a empezar antes su jornada para que me sienta cómodo. Ya os iré contando cómo es esto. Total, si aquí no entiendo ni me entienden, al menos puedo venir a contaros en mi idioma lo que se me pasa por la cabeza.

¿Y sabéis qué es lo mejor? Que pese a todo, no me preocupa nada. Llevo desde ayer sintiéndome vivo. No es que antes no lo estuviera, o tuviera queja alguna, que va, más bien al contrario, dejo muchísima gente atrás a la que echaré de menos cada día. Mi familia, los primeros. Pero estoy vivo. La sensación de no saber dónde estoy, ni que va a ser de mí, es algo adictiva. Cojo la maleta, la mochila, y aunque no me entiendan ni les entienda, les digo que aquí estoy yo, abierto al mundo, viviendo, buscando más caminitos, viviendo historias que luego podré contaros con una caña en una mano y un cigarrito en la otra, después de daros un abrazo y deciros que os echo de menos. De momento estoy bien, where cristo lost the mechero…

Licencia Creative Commons
Where Cristo lost the mechero… por Juan José García Gómez se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

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