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Ellas…

5 febrero, 2019

¡Hola MAMÁ! Y sí, diga lo que pueda decir la Academia o cualquier desaprensiva que pase por aquí, MAMÁ se escribe así, con mayúsculas para que le quede claro a todas ellas que pasaron y que pasarán, que mucho tendrían que ser para que su nombre pueda escribirse siquiera parecido.

El caso es que ayer le dije «Hasta el Jueves», pero ella, en toda su sabiduría para elegir momentos, por segunda vez en semanas recientes, y con la puerta entreabierta me dijo antes de cerrar que ya era hora de ir pensando en qué pasaba a final de curso. «Así como sin presión» o algo parecido dijo PAPÁ, que también va con mayúsculas.

Y el mensaje y la puerta entreabierta me dejó a mí con la sonrisa torcida y también entreabierta, mientras me desangraba en pensamientos con media hora de carretera por delante. No es mucho quizás, pero cuando uno se desangra de algún modo cualquier minuto es oro. Pongamos música, me dije, y recordando el concierto del sábado me monté en el Cadillac de Loquillo y nos fuimos a dar una vuelta por el Tibidabo. Acabamos borrachos, recordando a la rubia que tenemos en común.

Volvamos a MAMÁ, que dudo yo que se preocupe más de lo necesario. Siempre pragmática en cuanto a que la vida es la vida y que de ciertas cosas uno no debe preocuparse porque sencillamente escapan de su control. Pero en esto sí, en esto es MADRE y supongo que lo que quiere es un camino sin muchos rodeos, bien asfaltado por delante para que no duelan los pies al caminarlo. Quiere un camino por delante que nos lleve en línea recta, que lo elijamos nosotros, sus tres, y que seamos felices en él. Un camino estable, que nos permita hacer lo que queramos y del que no nos desviemos demasiado. Que de A nos lleve hasta B, y nos permita seguir el abecedario por nuestros días como ella pudo seguir el suyo. No la culpo, al contrario, creo que es el tipo de camino que cualquier madre querría para sus hijos.

Y ahí está el problema, que mi camino salteó siempre letras, que me desvié por cuanto entretenimiento o apetencia encontré, y que recorriéndolo así he podido considerarme medianamente feliz. En cada encrucijada elegí en libertad, aunque A no tuviera la más remota relación con B. Hice lo que se esperaba, estudié cuando debía y no tuve problemas en trabajar de lo que fuera y por lo que yo considerase justo y adecuado a cada momento. Y esa libertad de elección se la debo en enorme proporción a ellos, que nos educaron bien y que en su camino sacrificaron algunas letras de su abecedario para que nosotros deletreásemos el nuestro. La mochila descargada, nula propiedad, nula carga, y hacia delante, letra a letra.

Y creo que debo disculparme aquí por no ser capaz de formar palabras con las mías. Palabras que tengan sentido al menos. Lo mío fueron siempre impulsos, y creo sinceramente que en esa estabilidad que pretende mi madre no sería del todo feliz. Y lo siento eh, y cuando la resaca golpea por las mañanas no me siento precisamente orgulloso de no poder concederle eso a quien sacrificó las letras que tenía, y las que nunca pudo tener, por mi y porque yo tuviera un caminito bien asfaltado por delante.

Así que en esa resaca está precisamente la respuesta. MAMÁ, no se preocupe usted, que yo soy feliz en el Cadillac. Y que esa, a día de hoy es la única respuesta que puedo darte.

Me vine con una mano delante y otra detrás. Volví tal y como me fui hace ocho años. Aquel Septiembre empecé donde siempre, y en Noviembre estaba donde Cristo perdió el mechero. Y luego, la vida pasó, y ocho años después me senté delante del ordenador una tarde y dije «Hasta aquí». Y aunque en su momento os preocupase, fui libre de hacerlo, libre de inventarme un plan, y afortunado de que los plazos se cumplieran en mi favor.

Y ahora, en medio de ese plan no me preocupo por el siguiente. Tampoco valdría de mucho. Hoy aquí, y mañana bajo tierra. O no. O mañana a por otro plan hasta que alguna vez sea el último. Y mientras llega, que a todos nos llega, manos al volante y música de fondo. Cuando llegue a la J de Junio, cogeré la bici, y me iré a perderme por las bonitas carreteras de este país, y cuando vuelva, sentado al sol y en la piscina pensaré en opciones y escogeré la que me apetezca o la que me caiga del cielo. Porque casi siempre lo decidí así, y porque casi nunca salió mal. Me mantuvo despierto e ilusionado un tiempo, y cuando perdí la ilusión, cambié de caminito.

Así que no MAMÁ, no sé que viene después, y lo siento mucho, creo que no le dedicaré más tiempo del necesario a planteármelo. Siento no poder concederte lo que me pides después de tanto sacrificio.

Te puedo recomendar a cambio ese «Cadillac Solitario» de Loquillo. Quiero una vida y una historia que contar, y posiblemente en algún momento sentarme a escribirla. No preocuparme un tiempo por qué sueldo o qué letra toca, y ver qué soy capaz de teclear. Eso es lo más parecido a un plan que he tenido siempre. Y creo que en algún momento será hora de intentarlo.

Y lo único a día de hoy que tengo claro es que ahora el único plan es llegar hasta Junio intentando ayudar a mis niños con sus exámenes. Que si de aquí a entonces tengo la oportunidad de volver a ciertos lugares lo intentaré. El problema es lo imposible de la razón, el problema es que en eso tampoco sería A, luego B y después C. Al contrario, sería un impulso más. Sería volver atrás y al hacerlo, huir hacia adelante.

Pero tú, MAMÁ, entenderías mejor que nadie sin que yo te lo contase, que aquella rubia de pelo corto como el tuyo, llena y rodeada de imposibles, aquellos ojos de los que no recuerdo si verde o azul, pero que me permitieron perderme en ellos, aquella sonrisa que me acompañó unos meses duros arriesgando quizás lo que no debía, aquella con la que me pasaría esta y tres vidas más, esa de la que no hablo y a la que algún día te presentaré merecería la pena el intento y la vuelta atrás. Y creo que como mi madre que eres no me permitirías no intentarlo, no consentirías que viviese con la duda y el «y si…», aún lleno de imposibles, que viviese una vida donde ella no esté, y que no volviese a cogerla de la mano y no dejarla ir. Y en eso espero. Sin forzarlo, esperando a que la vida vuelva a ponérmela por delante, y no hacerlo justo después de haberme ido con una mano delante y la otra detrás y cuando ya no pude hacerla mía, ni ella hacerme suyo. Así que a tí, MAMÁ, te digo que Loquillo y su «Cadillac Solitario», que Bob Dylan y su «Girl from North Country» y que el plan, o la ausencia de él, solo tiene una razón de ser: ELLA…

Licencia de Creative Commons
Ellas by Juan José García Gómez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional License.
Creado a partir de la obra en https://juanjosegarciagomez.com/.

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